Hoy en día la pérdida permanente de un diente es más difícil que hace años. De hecho, esos accidentes tan frecuentes, como las caídas frontales, o un pelotazo o quizás un choque, que fracturan un diente o producen su pérdida total, ya no son tan determinantes. Ahora se puede, y así lo recomendamos los especialistas, recoger la pieza dental que cayó accidentalmente, reimplantarla o resguardarla hasta que se consiga ayuda especializada. En este trabajo de Odontopediatría, el doctor Manuel Rodríguez Lanza explica los accidentes más comunes, y cómo actuar ante ellos.
En su trabajo, el doctor Manuel Rodríguez Lanza sostiene que un diente permanente que se cae por un golpe, en la mayoría de las ocasiones se puede reimplantar; por lo tanto, si la persona puede encontrar el diente después del accidente o la lesión, debe llevarlo consigo y rápidamente buscar asistencia especializada.
Asimismo enumera las causas más frecuentes de los accidentes dentales: caídas; trauma relacionado con el deporte; peleas; accidentes automovilísticos y masticación de alimentos duros.
El especialista señala algunas de las consecuencias de estos accidentes:
Ante un problema de este tipo, se pueden aplicar algunos primeros auxilios muy importantes, como guardar el diente avulsionado para realizar una posible reimplantación y llevarlo al odontólogo lo más pronto posible, ya que cuanto más tiempo esté fuera de boca, menor será la posibilidad de reimplantarlo con éxito. Se recomienda manipular el diente tomándolo por la corona (el extremo que realiza la masticación). Es conveniente utilizar una de las siguientes opciones para transportar el diente:
Otros primeros auxilios adicionales:
Las fracturas graves de dientes pueden dejar al descubierto el tejido nervioso ubicado en el interior del diente y, en estos casos, sí se necesita con más apremio la atención médica inmediata para evitar las infecciones, abscesos y dolor.
Las fracturas o desportilladuras simples, no necesariamente necesitan atenderse de emergencia, pero deben repararse para evitar que los bordes agudos que puedan quedar corten los labios o la lengua y también por motivos de apariencia estética.
Son muchas las razones por las que una persona puede padecer halitosis, problema mejor conocido como mal aliento. Curiosamente, este padecimiento casí siempre está asociado a una mala higiene bucal y al no cepillado de la lengua. En aquellos casos en los que la halitosis persista, lo más conveniente es consultar con un especialista, quien interrogará sobre hábitos alimentarios y de aseo bucal, estado de salud, etcétera. Seguidamente mencionamos algunas de las razones a las que se les atribuye la aparición de la halitosis.
Las encías inflamadas pueden ocasionar halitosis producto de las bacterias y la sangre acumulada en ellas. Quienes tengan grietas en la lengua y, además, no tengan el hábito de cepillarla diariamente, es muy probable que padezcan de mal aliento debido a que favorecen la acumulación de residuos.
Asimismo enumera las causas más frecuentes de los accidentes dentales: caídas; trauma relacionado con el deporte; peleas; accidentes automovilísticos y masticación de alimentos duros.
El especialista señala algunas de las consecuencias de estos accidentes:
La boca, como cualquier parte fundamental del organismo está expuesta y es propensa al cáncer. Normalmente las afecciones bucales las relacionamos con los dientes, pero hay otros signos de alarma que nos deben indicar la necesidad de ir al odontólogo.
Hay dos razones fundamentales para acudir inmediatamente a un odontólogo en caso de un accidente, caída o trauma en la cara: la primera es que un diente permanente salga abruptamente de su lecho dento-alveolar y la segunda es que se fracture parcialmente y exista dolor e inflamación.
Las fracturas de dientes pueden variar desde una menor, (que involucra la fractura del esmalte y la dentina) hasta una fractura severa,(horizontal, vertical o diagonal de la raíz del diente). El esmalte y la dentina son las capas externas protectoras del diente. La más externa es el esmalte, de superficie blanca y dura. La dentina es capa amarilla que se encuentra justo debajo del esmalte. Ambas tienen la función de proteger el tejido interno vivo del diente llamado la pulpa.
Solo la tercera parte del diente, la llamada corona, es visible. El resto es el que está alojado en el hueso y es llamada raíz del diente. En la mayoría de los casos, es necesario realizar una radiografía para diagnosticar, localizar y medir la extensión de la fractura.
Valoraremos a continuación los distintos tipos de fracturas así como la luxación dental y la avulsión o pérdida del diente.
Una fractura menor involucra pérdida de la capa de esmalte únicamente. El diente no se ha desplazado y no suele existir sangrado de encías. El diente lesionado no debe doler o molestar con la comida o los cambios de temperatura. El riesgo de lesión de la pulpa es poco y el tratamiento no es urgente. El tratamiento definitivo consiste en realizar una restauración con composites de microrelleno especialmente indicados para este tipo de fracturas ya que es necesario proteger la pulpa del diente y restablecer el contorno normal
Una fractura más profunda puede involucrar tanto el esmalte como la dentina. El diente todavía no se ha desplazado y las encías no sangran.
Cuándo la fractura es más profunda conlleva sensibilidad aumentada al frío. La necrosis del tejido pulpar puede conllevar a infecciones y abscesos. Por lo tanto fracturas que involucren la dentina deben ser tratadas urgentemente. El tratamiento se realiza con anestesia local y consiste en realizar la restauración del contorno dental con composites de microrrelleno. Se debe tomar una radiografía de seguimiento a los 3 y 6 meses y una inspección para realizar test de vitalidad pulpar que descarten necrosis posttratamiento.
Si la fractura conlleva lesión pulpar, el tratamiento consiste en la remoción y descontaminación del tejido afectado para prevenir infecciones. Este último procedimiento se denomina endodoncia.
Una fractura seria que expone tanto la dentina como el tejido pulpar del diente debe ser tratado inmediatamente. El diente puede estar desplazado y los tejidos periodontales estarán afectados. Para prevenir la pérdida del diente luxado, el odontólogo debe ferulizarlo a los dientes vecinos para estabilizarlo durante la cicatrización de los tejidos de soporte. Una vez comprobada la viabilidad a largo plazo se procederá a su endodoncia y reconstrucción según sea necesario.
Las lesiones más severas son la fractura vertical, diagonal u horizontal de la raíz de los dientes. En estos casos es necesaria su extracción.
Los dientes superiores frontales son los que con mayor frecuencia sufren avulsión total. Niños con los incisivos superiors protruidos tienen un gran riesgo. La avulsión de los dientes de leche generalmente no se trata ya que éstos serán reemplazados por los dientes permanentes.
Sin embargo, la pérdida traumática de los dientes permanentes debe ser tratada inmediatamente ya que deben ser colocados de nuevo en su lecho alveolar lo antes posible. La variable más importante que afecta el éxito de la reimplantación, es el tiempo que permanezca el diente fuera de su lugar.
Dientes reimplantados en un plazo de una hora desde el momento del accidente suelen tener muy buen pronóstico. El diente debe permanecer en suero o leche hasta el momento de su implantación. Nunca debe manipularse la raíz. Se recomienda la cajita de almacenamiento Save-A-Tooth ("salvar un diente", en español), que se puede conseguir en muchas farmacias y que contiene una caja de viaje y una solución líquida.
A veces un diente puede ser desplazado de su lugar hacia abajo o hacia adentro. También puede ser desplazado hacia delante, hacia atrás, hacia los lados o rotado. El odontólogo debe alinearlo y ferulizarlo lo antes posible para conseguir un adecuado alineamiento y evitar interferencias oclusales y masticatorias.